domingo, 11 de marzo de 2007

 

Memorias de un desmemoriado

«Un amigo mío con quien me unen vínculos sempiternos ha dado en la flor de amenizar su ancianidad cultivando el huerto frondoso de sus recuerdos; mas en esta labor no le ayuda con la debida continuidad su memoria, que a las veces ilumina con vivísimo esplendor los días pasados y luego se eclipsa y los deja sumergidos en noche tenebrosa. Estas intermitencias del historial retrospectivo de mi amigo le turban y desconciertan. Escrita la primera parte de sus apuntes biográficos, no ha muchos días que la puso en mis manos, pidiéndome que llenase yo las lagunas o paréntesis que hacen de su obra una mezcolanza informe, sin la debida trabazón lógica de los hechos que se refieren.

A tales escrúpulos respondí yo:
-Simplón, no temas dar a la publicidad los recuerdos que salgan luminosos de tu fatigado cerebro y abandona los que se obstinen en quedarse agazapados en los senos del olvido, que ello será como si una parte de mi existencia sufriese temporal muerte o catalepsia, tras de la cual resurgirá la vida con nuevas manifestaciones de vigorosa realidad.
Asintió a este parecer mi fiel amigo, y no tardó en enviarme el primer capítulo de sus desmemoriadas memorias, que a continuación verá el ocioso lector».

Benito Pérez Galdós, Memorias de un desmemoriado, 1915-1916.

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