
A pesar de los años transcurridos desde su creación, asombra ver hoy en día
El gran dictador (
The Great Dictator), divertida y demoledora crítica al nazismo en particular -y en general a todos los totalitarismos- dirigida por Charles Chaplin hace nada menos que 66 años -por tanto en plena Segunda Guerra Mundial, aunque los Estados Unidos aún no hubieran intervenido en ella- y estrenada en España hace tan sólo 30 -es decir, con la llegada de la democracia-.
El gran dictador es la primera película sonora de Chaplin, que deja de ser Charlot para encarnar a un barbero judío que es confundido por su gran parecido físico con el dictador Adenoid Hynkel (cuyas iniciales no dejan lugar a la duda). Como es natural, la palabra cobra aquí una vital importancia, hecho que queda sobradamente demostrado en el antológico discurso final, que sirve de contrapunto al pronunciado poco antes por el ministro de propaganda Garbitsch (que no es otro que Goebbels):