lunes, 9 de octubre de 2006

 

Más libertad, más democracia, más humanidad


A pesar de los años transcurridos desde su creación, asombra ver hoy en día El gran dictador (The Great Dictator), divertida y demoledora crítica al nazismo en particular -y en general a todos los totalitarismos- dirigida por Charles Chaplin hace nada menos que 66 años -por tanto en plena Segunda Guerra Mundial, aunque los Estados Unidos aún no hubieran intervenido en ella- y estrenada en España hace tan sólo 30 -es decir, con la llegada de la democracia-.

El gran dictador es la primera película sonora de Chaplin, que deja de ser Charlot para encarnar a un barbero judío que es confundido por su gran parecido físico con el dictador Adenoid Hynkel (cuyas iniciales no dejan lugar a la duda). Como es natural, la palabra cobra aquí una vital importancia, hecho que queda sobradamente demostrado en el antológico discurso final, que sirve de contrapunto al pronunciado poco antes por el ministro de propaganda Garbitsch (que no es otro que Goebbels):



«Lo siento.

Pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si fuera posible. Blancos o negros. Judíos o gentiles. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados. No queremos odiar ni ayudar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas.

Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco.

Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura.

Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.

Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oirme, les digo: no deseperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de homres que temen seguir el camino del progreso humano.

El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá.

Soldados.

No os entreguéis a eso que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir.

Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina.

Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Sólo los que no aman odian, los que no aman y los inhumanos.

Soldados.

No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. El el capítulo 17 de San Lucas se lee: "El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres...". Vosotros los hombres tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravilosa aventura.

En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero mintieron; nunca han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán. Los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. Todos a luchar para liberar al mundo. Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia.

Luchemos por el mundo de la razón.

Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a todos a la felicidad.

Soldados.

En nombre de la democracia, debemos unirnos todos.

¡Donde quiera que estés mira a lo alto! Las nubes se alejan, el sol está apareciendo, vamos saliendo de las tinieblas hacia la luz. Caminamos hacia un mundo nuevo. Un mundo de bondad, en el que los hombres se elevarán por encima del odio, de la ambición, de la brutalidad.

¡Mira a lo alto! Al alma del hombre le han sido dadas alas y al fin está empezando a volar. Está volando hacia el arco iris, la luz de la esperanza, hacia el futuro, un glorioso futuro, que te pertenece a tí, a mí, a todos. ¡Mira a lo alto! ¡Mira a lo alto!».

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