viernes, 6 de julio de 2007

 

Noche y Niebla


Hace no mucho tiempo tuve la oportunidad de ver en la Filmoteca Nacional una película que me impactó profundamente. Se trata de Nuit et Brouillard, prestigioso documental dirigido por Alain Resnais en 1955. El título (Noche y niebla) hace referencia al Decreto conocido con el nombre de Nacht und Nebel, firmado a finales de 1941 por el mariscal Wilhelm Keitel, mediante el cual Hitler mandó que todas las personas detenidas como sospechosas de poner en peligro la seguridad de Alemania, fueran trasladadas clandestinamente a ese país bajo el amparo de la noche, sin dejar rastro y sin que ninguna información pudiera ser difundida acerca de su paradero o destino.

Este estremecedor relato del genocidio judío llevado a cabo por los nazis, de las atrocidades cometidas en los campos de concentración y exterminio construidos por éstos en diferentes lugares, nació de un encargo hecho en 1954 por Henri Michel y Olga Wormser, directores del Comité d'Histoire de la Deuxième Guerre Mondiale.

Voz, música e imágenes se entrelazan de forma inteligente durante media hora en la que dan ganas de contener la respiración, de no hacer un solo ruido, de no pestañear siquiera para ser testigo impasible de algo que uno no alcanza a comprender: cómo el ser humano es capaz de ser tan "inhumano".

Construido a partir de imágenes de archivo y de un soberbio guión de Jean Cayrol, superviviente del campo de concentración de Mauthausen que en 1946 publicó un poemario titulado Poèmes de la nuit et du brouillard, este documental estrenado diez años después del final de la II Guerra Mundial, muestra con sobriedad, sensibilidad y gran crudeza lo que debió de ser aquello.

Un continuo ir y venir del pasado (blanco y negro) al presente (color) y viceversa, una sucesión de travellings rodados por Resnais que alternan con material cinematográfico y fotográfico incautado a los nazis y las imágenes tomadas por las tropas aliadas cuando liberaron los campos, la música de Hanns Eisler y la voz de Michel Bouquet, dan como resultado un mediometraje inolvidable y que, sobre todo, da que pensar.

«Con nuestra sincera mirada examinamos esas ruinas como si el viejo monstruo yaciese bajo los escombros. Pretendemos llenarnos de nuevas esperanzas, como si las imágenes retrocediesen al pasado, como si nos curásemos de una vez por todas de la peste de los campos de concentración, como si de verdad creyésemos que todo esto ocurrió en una sola época y en un solo país».













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