jueves, 16 de noviembre de 2006

 

La memoria


«La memoria que en la vida nos abandona con tanta frecuencia, en la muerte nos presta su abrigo, nos conforta, nos salva [...]. En una ocasión en que estuve a punto de morirme, empecé a recordarlo todo, involuntariamente, gozando en aquel trance de una rapidísima y completa visión de mi pasado, en la que los mayores detalles estaban enteros, con tanta mayor claridad era el agotamiento que me embargaba. Pero recordar con aquella fidelidad es imposible. Se precisaría por mi parte un casi total desfallecimiento. Algo he de hacer sin embargo, aprendiendo a morir a fuerza de recuerdos, aprendiendo a salvarme para poner a flote una vida ensombrecida por el tiempo. De niño me enseñaron a recordar [...]. Ningún campo tan grande como el de nuestra memoria. Recorrerlo es buscarse a sí mismo [...]. Voy, pues, a definirme, a dividirme en estas confesiones, olvidado del tiempo, sin señalar lugares, confundiendo los temas y alternaré los recuerdos más íntimos con involuntarios testimonios de mayores sucesos [...]».

Manuel Altolaguirre, El caballo griego. Reflexiones y recuerdos 1927-1958, Madrid, Visor, 2006.

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