domingo, 10 de febrero de 2008
Verdades y mentiras
"Ha sido mi convicción de siempre, más arraigada y más corroborada en mí cuanto más tiempo pasa, la de que la suprema virtud de un hombre debe ser la sinceridad. El vicio más feo es la mentira, y sus derivaciones y disfraces, la hipocresía y la exageración. [...]
Abrigo la profunda creencia de que si todos dijésemos siempre y en cada caso la verdad, la desnuda verdad, al principio amenazaría hacerse inhabitable la Tierra, pero acabaríamos pronto por entendernos como hoy no nos entendemos. Si todos, pudiendo asomarnos al brocal de las conciencias ajenas, nos viéramos desnudas las almas, nuestras rencillas y reconcomios todos fundiríanse en una inmensa piedad mutua. Veríamos las negruras del que tenemos por santo, pero también las blancuras de aquel a quien estimamos un malvado".
Miguel de Unamuno, Mi religión y otros ensayos, 1910.
Abrigo la profunda creencia de que si todos dijésemos siempre y en cada caso la verdad, la desnuda verdad, al principio amenazaría hacerse inhabitable la Tierra, pero acabaríamos pronto por entendernos como hoy no nos entendemos. Si todos, pudiendo asomarnos al brocal de las conciencias ajenas, nos viéramos desnudas las almas, nuestras rencillas y reconcomios todos fundiríanse en una inmensa piedad mutua. Veríamos las negruras del que tenemos por santo, pero también las blancuras de aquel a quien estimamos un malvado".
Miguel de Unamuno, Mi religión y otros ensayos, 1910.
Etiquetas: Miguel de Unamuno
Enseñar a ver
"El niño, campo fecundo tan mal cultivado hasta el presente, con sus sentidos abiertos y sus facultades razonadoras, esperando siempre a que una mano con arte venga a sacarlos del sueño en que dormitan, es quien tiene en su propia naturaleza la ley según la cual debe educársele. Posee todo lo necesario para ver, primera e ineludible condición del conocimiento; sólo aguarda que le enseñen a hacerlo. Las cosas le son presentes como al hombre educado, y sin embargo, no le hablan lo mismo. Están para él muertas, y hay que darles vida; le son indiferentes y es necesario que lo soliciten; mudas, y deben decirle algo; cerradas y hay que darle la llave para abrirlas; porque ellas no son en sí muertas ni indiferentes, ni mudas; que a todos llaman con el mismo cariño, esperan siempre patentes que la venda le caiga de los ojos para revelarle hasta su fondo íntimo. Las mira, y no le dicen nada, porque no sabe verlas. Dichoso el día en que aprenda y lea en ellas, aunque no sepa leer en los libros".
Manuel B. Cossío, De su jornada.
Manuel B. Cossío, De su jornada.
Etiquetas: Educar, Manuel B. Cossío
Ángeles de la guardia
"Tan importante como lo que uno hace por ir avanzando en la vida es lo que hacen las cinco o seis personas que el destino pone a nuestra vera como ángeles tutelares. [...] Hay que rendir justicia y gratitud a los que nos ayudaron en la vida".
José Moreno Villa, "Como fue) el camino con las musas", México, ¿1940-1944?
José Moreno Villa, "Como fue) el camino con las musas", México, ¿1940-1944?
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