miércoles, 31 de enero de 2007
A esta hora de la noche
«No es tarea fácil en España escribir un artículo literario de actualidad. La vida de nuestra literatura es tan pobre como la de esos ríos humildes del caudal exiguo, que en el verano desnudan su cauce y muestran al sol su vientrecillo de piedras y arena. Y sin embargo...
A esta hora, mitad de la noche, bajo este mismo insomne vuelo de estrellas, ¡cuántos escritores anónimos tejerán, con hilos de silencio, su obra! Lentamente, con la sabia paciencia que da la disciplina, o de un modo ardoroso y febril, drama, novela o poema, algo está tomando forma -carne y sangre caliente- en esta noche abierta y alta.
¿Para qué? Melancólica, la pregunta surge. ¿Para qué se escribe en España; para qué se piensa y se sueña y se crea? Para guardar luego el manuscrito y esperar; años y años, bajo este mismo insomne vuelo de estrellas. ¡Qué sólo se siente aquí el artista anónimo! Con rara soledad que empieza en él mismo y se extiende, se extiende por todo el Mundo.
La revolución española no ha cambiado los procedimientos, los métodos de nuestra vida literaria. Antes, parece que ha mermado las posibilidades al reducir el mercado. Ni un teatro sincero y popular abierto a las iniciativas; ni una editorial generosa que ose correr el riesgo. Todo lo que a esta hora, mitad de la noche, se está fundiendo con luz de estrellas y calor de frente está condenado al no ser.
¿Y el Estado? El Estado del pueblo y para el -20- pueblo; el Estado democrático, ¿olvidará también esta función, tan ineludible como desconocida de los otros Estados oligárquicos que hemos tenido y padecido? ¿Escuelas? ¡Quién lo duda! Miles de escuelas necesita España para educar y despertar inteligencias. Pero ¿es que la sensibilidad no necesita también despertarse, educarse?
Una migaja del presupuesto para ese artista anónimo que en esta noche abierta, alta de cielo y amplia de horizontes, va tejiendo su obra con hilos de silencio y de soledad».
Pedro Garfias, "A mitad de la noche", El Heraldo de Madrid, 10 de agosto de 1933.
Imagen: Vincent Van Gogh: Noche estrellada, 1899.
Silencio
«Silencio es palabra de mi vocabulario. Habiendo trabajado la música, la he usado más que los hombres de otros oficios. Sé cómo puede especularse con el silencio; cómo se le mide y encuadra. Pero ahora, sentado en esta piedra, vivo el silencio; un silencio venido de tan lejos, espeso de tantos silencios, que en él cobraría la palabra un fragor de creación. Si yo dijera algo, si yo hablara a solas, como a menudo hago, me asustaría a mí mismo».
Alejo Carpentier, Los pasos perdidos, 1953.
Imagen: Joan Miró, Silencio.