sábado, 16 de mayo de 2009
Un extraño maridaje: México y Chavela
"Hubo un extraño maridaje. Si quieren, un extraño matrimonio. Nos conocimos y nos enamoramos. Esa amor a primera vista, ese flechazo que dicen, fue el que existió entre México y yo. A primera vista. Nos vimos y nos amamos, porque yo no vine a aprovecharme de México. Yo vine para dar lo que tenía, y sólo México me dijo: ‘Y bueno, a ver, ¿qué tienes?’. Cuando se lo mostré, le gustó, y se enamoró de mí. Por eso siempre regreso a México, a casa. Y siempre me parece que es como si nos abrazáramos. No debe extrañar que me nacionalizara mexicana, si es que alguna vez no lo fui. Los que más me quieren, exageran: dicen que soy Patrimonio Nacional. ¡Benditos mexicanos!
México, creo en ti, porque si no creyera en mi propio corazón, me lo quitaría.
[…] cerrando los ojos, como en sueños, dando vuelo a los recuerdos, México me parece una gran universidad. Yo acudía –aún lo hago– puntualmente a las clases, para aprender de cada cosa que veía, de cada hombre y de cada mujer que me encontraba en el camino, de los antiguos templos, de las casas derruidas, de las fincas y palacios, los hoteles, las pensiones, las tabernas, las tiendas, los cabarets, las selvas, los pueblos, los mercados, los monasterios, las casas, las calles. Quien tiene los ojos abiertos puede aprender, pero sólo quien tiene el corazón abierto puede conocer. En esta universidad tuve los mejores profesores, hombres y mujeres que me enseñaron a ser como soy. Sólo diré algunos nombres: Frida Kahlo, Diego Rivera, José Alfredo Jiménez, Carlos Fuentes, Paco Ignacio Taibo, Antonio Bribiesca… Pero hay nombres menos conocidos, y tan importantes para mí como los primeros: Isabel, Diana, Manuel, Lola, Marcela, Ferry, Marta, Patria, Desusa… y tantas otras personas que tengo en la memoria.
No todo el mundo puede presumir de tener estos maestros. Yo los tuve, viví con ellos, y vivo aún con ellos: hayan muerto o no, siguen en mi corazón, y me empujan y me alientan, y me muestran el camino y me aconsejan resistir los embates de la vida, las penas y los desamores, y me fuerzan para continuar un poco más… un poco más… un esfuerzo más por todos aquellos que me aman. México me lo dio todo y sólo a partir de México pude viajar por todos los rincones del mundo, por todos los teatros, abrazando a millares de gentes".
Chavela Vargas (con la colaboración de J.C. Vales): Y si quieres saber de mi pasado, Aguilar, 2002.
México, creo en ti, porque si no creyera en mi propio corazón, me lo quitaría.
[…] cerrando los ojos, como en sueños, dando vuelo a los recuerdos, México me parece una gran universidad. Yo acudía –aún lo hago– puntualmente a las clases, para aprender de cada cosa que veía, de cada hombre y de cada mujer que me encontraba en el camino, de los antiguos templos, de las casas derruidas, de las fincas y palacios, los hoteles, las pensiones, las tabernas, las tiendas, los cabarets, las selvas, los pueblos, los mercados, los monasterios, las casas, las calles. Quien tiene los ojos abiertos puede aprender, pero sólo quien tiene el corazón abierto puede conocer. En esta universidad tuve los mejores profesores, hombres y mujeres que me enseñaron a ser como soy. Sólo diré algunos nombres: Frida Kahlo, Diego Rivera, José Alfredo Jiménez, Carlos Fuentes, Paco Ignacio Taibo, Antonio Bribiesca… Pero hay nombres menos conocidos, y tan importantes para mí como los primeros: Isabel, Diana, Manuel, Lola, Marcela, Ferry, Marta, Patria, Desusa… y tantas otras personas que tengo en la memoria.
No todo el mundo puede presumir de tener estos maestros. Yo los tuve, viví con ellos, y vivo aún con ellos: hayan muerto o no, siguen en mi corazón, y me empujan y me alientan, y me muestran el camino y me aconsejan resistir los embates de la vida, las penas y los desamores, y me fuerzan para continuar un poco más… un poco más… un esfuerzo más por todos aquellos que me aman. México me lo dio todo y sólo a partir de México pude viajar por todos los rincones del mundo, por todos los teatros, abrazando a millares de gentes".
Chavela Vargas (con la colaboración de J.C. Vales): Y si quieres saber de mi pasado, Aguilar, 2002.
Etiquetas: Chavela Vargas, Música