lunes, 15 de octubre de 2007

 

Mi vida al aire libre

Hoy, 15 de octubre, se celebra el Día de Acción del Blog. El tema de este año es el medio ambiente, por lo que si tienes un blog y deseas unirte a esta iniciativa, sólo tienes que postear algo sobre dicho asunto.

Aplicando la máxima de “por mí que no quede”, y teniendo en cuenta que esta semana tenía pensando hablar de Miguel Delibes aprovechando que cumple la friolera de 87 años, qué cosa mejor que hacer referencia a la enorme pasión que ha tenido siempre este gran escritor por la naturaleza.



Aunque el tema podría dar mucho de sí (al menos para una tesis doctoral), me limitaré a transcribir algunos pasajes de la vida de este insigne vallisoletano, que con toda justicia se podría englobar en el grupo de los ecologistas más activos de este país durante la segunda mitad del siglo XX.

Esta actitud de amor y defensa de la naturaleza tiene mucho que ver con su condición de cazador (“antes que un escritor que caza, soy un cazador que escribe”; “mis libros salen de mis contactos con el campo y no a la inversa, de donde se deduce que yo salgo al monte a cazar perdices y, de rechazo, cazo también algún libro”) y con su propia concepción de la actividad cinegética (“el verdadero cazador es capaz de disfrutar de un placentero día de caza sin necesidad de disparar la escopeta”). Pero no está únicamente presente en sus títulos cinegéticos, como La caza de la perdiz roja (1963), El libro de la caza menor (1964), Con la escopeta al hombro (1970), Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo (1977), Las perdices del domingo (1981), o El último coto (1992), sino que realmente es algo que inunda por todas partes y desde época temprana su vida y en consecuencia su obra.



"En mis libros he tratado de reflejar la naturaleza, y la vida rural... Y cuando no era en el campo -en el mundo puramente rural- era en la pequeña capital de provincia asomada al llano o a la montaña... De ordinario yo me movía en estos ambientes... y los novelaba. Así fue creciendo mi obra desde El camino hasta Mi vida al aire libre pasando por Las ratas, La hoja roja, Los santos inocentes, Diario de un cazador, Cinco horas con Mario, El disputado voto del señor Cayo, El tesoro... El aire libre, la naturaleza, el hombre no mimetizado, han sido a lo largo de los años las constantes de mi literatura".



"De niño, en mi piso urbano, donde mis padres me nacieron, yo vivía desazonado, buscando, como los perros de caza encerrados en un automóvil, una rendija por donde penetrase un soplo de aire vivificador. Mi avidez me llevaba aún más lejos: recurría a la lectura de libros relacionados con la naturaleza para hacerme la ilusión de que respiraba un ambiente oxigenado. A los mágicos cuentistas nórdicos, sucedieron Zane Grey y Oliver Courwood, novelistas de las praderas, autores que creaban en torno mío una ficción de aire libre que era casi como estar al aire libre. Mi adolescencia, asimismo, vino marcada por lecturas que me liberaran, que me sacaran de entre las cuatro pareces donde discurrían mis ocios, novelas de aventuras como Rebelión a bordo, Tres lanceros bengalíes, autores como Salgari que me sirvieron de puente para acceder a la novela noble: Robinson Crusoe, Mobby Dick o La isla del tesoro no menos ventiladas. Mis lecturas, pues, vinieron orientadas desde niño por un guía inusual: la naturaleza".



“Hay un instinto que me empuja hacia la naturaleza desde muy joven, y quizá este instinto está enlazado con esta hurañía con que hemos comenzado nuestra conversación, de manera que el hecho de que yo necesitaba horizontes abiertos para respirar y para vivir me llevó a la naturaleza. Esto ha sido tan agudizado que cuando dispuse de unas primeras pesetas que no debía emplearlas diariamente en comer, me hice un pequeño refugio en el campo, en un pueblecito de Burgos, en Sedano, que está en las primeras estribaciones macizas de la cordillera cantábrica, y en este pueblecito es donde realmente, cuando me refugio, me siento verdaderamente feliz. Si yo no tuviera las obligaciones inmediatas de atender a mis hijos más pequeños, no tendría inconveniente en retirarme allí a vivir con mi pequeño huerto, con mi escopeta y mi caña de pescar, dedicando otros ratos, otros ocios, a la pluma. Creo que sería el ambiente en que me desarrollaría plenamente y a mi propia satisfacción”.

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Comments:
Bonito homenaje... a mi se me ha pasado lo del dia de la naturaleza, ya habia preparado el post de hoy...
 
Vaya! aplaudo tu post. Soy un gran admirador de Delibes y precisamente tengo un gran cariño a "Mi vida al aire libre". Tengo un ejemplar con una cariñosa dedicatoria de don Miguel.
 
Jejeje No pasa nada, Descon, también es muy merecido tu homenaje a Capra.
Pakito: no me extraña que seas fan de Delibes, pues me da la sensación de que tenéis muchas cosas en común.
 
Tampoco me he enterado de ese "Día del Blog Verde", pero enhorabuena por el recordatorio de ese gran escritor-etnólogo-ecologista.
Quizás hubiese sido más apropiada la fecha del 4 de octubre, San Francisco de Asís, patrono de los forestales y los ecologistas. Aunque en mi blog la Naturaleza suele estar presente en la inmensa mayoría de las entradas.
 
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