domingo, 11 de febrero de 2007

 

Los tuareg


¿Quién no ha sentido admiración o curiosidad en algún momento de su vida por los tuareg, también conocidos como los hombres azules o los señores del desierto?

Mi hermana mayor me trae un recorte de La Vanguardia del pasado 1 de febrero en el que se recoge una entrevista a Moussa Ag Assarid, un tuareg que aproximadamente tiene la misma edad que yo y que acaba de publicar un libro titulado En el desierto no hay atascos.

De dicha entrevista sobre todo me han llamado la atención los siguientes fragmentos:
[...]
- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?

- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.

- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?

- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

- ¿Sí? No parece muy estimulante...

- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.

- Saber eso es valioso, sin duda...

- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!

- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?

- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser,¡porque cada uno ya es!
[...]
- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?

- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...

- Y lo logró.

- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.

- ¡Un tuareg en la universidad...!

- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.

- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?

- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.

- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...

- Fascinante, desde luego...

- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...

- Qué paz...

- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.

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Comments:
Me cuesta creer que sea tan idílico como nos lo pinta, aunque tampoco nos vendría mal adoptar esa actitud ante la vida, no?

Este párrafo me ha encantado: "Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser,¡porque cada uno ya es!"
 
Yo creo que es como casi todo en la vida, depende casi exclusivamente de la percepción que tengamos. Este hombre, en este caso, parece que sí que es feliz y valora lo que tiene viviendo en el desierto, e incluso lo echa de menos cuando no está en él. Otros sin embargo se morirían de asco y les pasaría a la inversa. En cualquier caso, me ha parecido todo muy humano, muy sencillo, muy poético.
 
Me ha encantado, memento... a mi también siempre me han llamado la atención los tuaregs...
 
Impresionate esa última frase, me la apunto, tenemos reloj y ellos tiempo...
 
dani la última frase tan escueta y tan cierta...
 
La verdad es que sí. Por un lado, vivo pendiente del reloj. Y por otro, cada vez tengo más claro que la base de la mayor parte de mis problemas es la falta de tiempo...
 
Me parece muy interesante...sobretodo eso de "nadie intenta adelantar a nadie".

Lo que pasa es que uno lo lee, y piensa "debo tomarme la vida de otra forma mas espiritual"...y a la media hora ya estas pensando en llegar puntual al metro, arreglarte para el trabajo, la hipoteca, el regalo del ...en fin...
 
la ultima frase es realmente buena, en realidad, las dos últimas frases.

Otra de mis deudas pendientes, o de mis sueños por cumplir: pasar unos días en el desierto, con los tuaregs

aunque para este sueño, no creo que falte mucho

un abrazo, Memento
 
Memento: en mi blog http://mezclazul.blogspot.com realizo una recopilación de información sobre los tuareg. Su blog me pareció muy bien logrado y me encantó. Por eso extraje algunas partes y lo menciono en mi blog.
Saludos
 
Pues me alegro mucho. Y enhorabuena por la iniciativa!
 
¡Cuan grande y maravilloso es el Amor de nuestro Dios, cuando nos quiere bendecir llevandonos al desierto, espiritualmente hablando, donde nos enseña a apreciar lo maravilloso de la vida que El nos ha dado. En el desierto es donde estamos mas cerca de su maravillosa presencia. Lejos de todo afan y de toda ansiedad. El desierto no es para temer ni rechazar es para crecer por dentro
 
Que bello es ver que toda la magia que puede tener la naturaleza y saber que la disfrutan tribus tan hermosas como estas. Es magico...Es tan interesante la forma de ver el tiempo que la entrevista la adaptamos al teatro para que muchos puedan conocer lo interesante de esta cultura y su forma de como ver el tiempo.
 
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